Aquí empezó todo, verano de 2001, ese fué el año en el que empezé con el ganchillo. Todo ocurrió por culpa de un sueño.
Mi abuela era una experta ganchillera, siempre estaba inventando algo de ganchillo, donde estuviese y todas sus amigas el preguntaban las dudas a ella. En el sueño veo que algún día ella no estará y que no se debe perder ese conocimiento de hacer ganchillo, con lo que lo primero que hago al levantarme es buscar a mi abuela y decirle que me enseñe a hacer ganchillo. Su primera reacción, «No hace falta que aprendas, yo te hago lo que tu quieras». Eso era cierto, quiesiese lo que quisiese sabía que me lo haría, pero al final conseguí convencerla para que me enseñase.
Lo primero que hizo, fue ponerme a hacer cadeneta, mucho rato con la cadeneta, nunca se terminaba, poco a poco me enseño un par de puntos más y ahí ya me enganché. El problema es que con eso me aburria, necesitaba hacer algo, tenía que tener un objetivo, con lo que decidí ponerme manos a la obra y buscar algo para hacer. Al poco tiempo, Elena, mi novia por aquel entonces, encontró un patrón de un chal en una revista, con lo que ese fué el objetivo. Ese verano, en la playa, me puse con el patrón y al final salió el objetivo.
Una vez terminado el chal, ya sólo me quedaba seguir haciendo nuevas cosas, leyendo libros, viendo instrucciones de como hacer ciertos tipos de puntos, comprando libros, agujas, … desde entonces no pude parar de hacer ganchillo y así hasta hoy, sigo haciendo ganchillo y como digo en el título de la entrada, GRACIAS a mi abuela.
Esta entrada no es por explicar como empezé a aficionarme al ganchillo, sino para dar las gracias a mi abuela por haberme iniciado en este mundo y para ternerla presente siempre. Por desgracia, desde el pasado 1 de Febrero no la tengo presente, pero sólo físicamente, en cada cadeneta que haga, ella estará presente.
Seguiré pensando que le enseño todo lo que hago y que ella estará al tanto de todos los trabajos que hago.